Las casas de apuestas ‘regalan’ más de 100 millones al año para cebar a nuevos clientes

Los bonos se han convertido en el principal gancho para captar nuevos jugadores: se trata de ofrecer apuestas gratis con tal de que juegues

Miércoles, 3 de octubre. Una pareja entra en el Luckia Sports Café de la calle General Perón, en Madrid. No llegan para apostar, sino a ver la segunda parte del Tottenham-Barcelona de Champions en las enormes pantallas mientras se toman una hamburguesa. Al terminar, un empleado se acerca a ellos: “¿Puedo hablaros de una nueva promoción que tenemos? Solo por registraros os puedo regalar hasta 200 euros en apuestas deportivas”.

Pero es demasiado tarde: los partidos europeos han terminado y solo quedan encuentros de ligas sudamericanas de los que la pareja no conoce a un solo jugador. “No importa. ¿Habéis jugado a la ruleta? Os doy 10 euros a cada uno para que la probéis”, continúa el empleado en tono cortés. Acto seguido, acompaña a la pareja al fondo del local, a una ruleta electrónica fuera del alcance de los curiosos que pasan por la calle. Tras explicar cómo funciona, el trabajador se mete en un cuartito y vuelve con dos billetes de 10 euros que entrega a la pareja para que sean ellos mismos quienes apuesten.

“¡Eso es! ¡Se ve que esto se te da bien!”, exclama el de Luckia con la menor ganancia; cuando llegan las pérdidas, calla y arquea los hombros: “Hay que seguir intentándolo, si eres listo al final ganas”. Poco después el empleado, sin que nadie se lo haya pedido, renueva las cervezas de la pareja: “Cuando estéis jugando la bebida es gratis, no tenéis más que pedirla”, sigue, mientras la pareja, que había entrado para una cena rápida, se ve jugando a la ruleta hasta la medianoche sin explicarse cómo han acabado de semejante guisa.

Aunque no lo ha dicho expresamente, lo que el empleado de Luckia ha utilizado es un bono de bienvenida. Se trata de ofertas que usan las casas de apuestas para enganchar a nuevos jugadores y que se han revelado como la más potente de las herramientas de captación, solo por detrás de la publicidad en medios de comunicación. Según los datos de la Dirección General de Ordenación del Juego, las casas de apuestas que operan en nuestro país han pasado de invertir 2,4 millones de euros en regalos promocionales a los más de 10 que gastaron en junio de este año, último mes del que se disponen cifras. En términos anuales, de los 30 millones de hace cinco años hemos pasado a 54 en los seis primeros meses del año, en una proyección que nos llevaría por encima de los 100 millones al cierre del ejercicio. Se trata de una evolución más que probable si tenemos en cuenta que en 2017 la cifra ascendió hasta 86 millones y no ha dejado de crecer desde que se hacen registros.

 

«Los bonos son diferentes si apuestas ‘online’ o presencialmente», explica Gorka, empleado de un Codere en Bilbao. «La idea es que el cliente dé el primer paso, de modo que ‘online’ se le suele bonificar con una cantidad importante cuando realiza su primer ingreso, mientras que en persona es normal que se entregue una pequeña cantidad para romper el hielo». El trabajador, que prefiere mantener en el anonimato sus apellidos, advierte de que estas promociones suelen tener truco: «Todos estos anuncios, siempre, tienen un asterisco, pero eso no significa que seam mentira. Es verdad que el dinero se entrega, pero es para jugar, no puedes cobrarlo hasta que has apostado la cifra que has recibido un determinado número de veces». ¿Cuántas veces? «Eso depende mucho de la sala de juegos, pero hay algo en común: es el momento estadístico en el que la mayoría de jugadores pierden el dinero ingresado y el regalado», dice entre risas Gorka, que lleva 12 años trabajando en distintos salones de apuestas por todo el País Vasco. «Todo lo que sucede en un salón de juego está estudiado. Cuando damos dinero para probar en la ruleta, lo hacemos con el billete físico, para que el cliente sepa que, si gana, recibirá lo mismo».

Los bonos sirven para atraer a nuevos clientes, pero también para esconder a los jugadores ruidosos

Sumados ya todos los jugadores con predisposición, en estos momentos los salones están luchando por incorporar nuevos clientes con ofertas agresivas. Sin embargo, no son las únicas estrategias, también es importante que, una vez dentro, no salgan espantados: «Tenemos decenas de protocolos en sala, por eso es tan importante la experiencia en el sector», detalla Gorka. «Te pondré un ejemplo: en las salas siempre hay clientes borrachos, desaliñados o que gritan e insultan cuando ven los partidos. Estos jugadores aterran a la nueva clientela, así que nosotros tenemos órdenes para, a la mínima oportunidad, llevarlos al fondo del salón, a la zona de las tragaperras. ¿Qué cómo los convencemos? Pues con bonos, claro», dice.

La clave es la confianza

Tal es el éxito de estas promociones que han surgido alrededor un abanico de páginas que tienen por objeto evaluar los distintos bonos y recomendar los mejores. No obstante, en realidad se trata de otra forma de publicitarse para las casas de apuestas: los afiliados. Es una partida que también se ha duplicado desde 2013 y que se basa en la confianza: un apostador veterano, haciendo uso de su experiencia, recomienda a otro novato inciarse en una determinada casa de apuestas, por lo que recibe una comisión.

Aquí no solo entra en juego la confianza, sino también un componente social clave para conseguir nuevos ingresos. Gorka sostiene que el fin último pasa por convertir las apuestas en algo social, normalizado: «Si consigues integrar las apuestas en la vida social de la gente, lo demás viene solo. En Euskadi, Navarra y Valencia, por ejemplo, se permite instalar máquinas de apuestas deportivas en los bares. Así, los dueños de los salones alquilan un local y le ceden la barra a un hostelero con reputación, mejor si es de los del bar de toda la vida, cobrándole un alquiler simbólico. La idea es que aquello sea un bar con máquinas de apuestas, aunque en realidad el dueño le exige al hostelero precios populares, acciones con cervezas baratas, el mejor ‘pintxo-pote’, desayunos y el horario más amplio posible. Quieren que pasen allí el mayor tiempo posible, comiendo y bebiendo aun a pérdidas, porque el negocio no es el bar sino el juego».

En Córdoba hay institutos que tienen enfrente un cartel que dice que les regalan 20 euros en la sala de la esquina

Para Salvador Secilla, presidente de la Asociación Cordobesa de Jugadores en Rehabilitación, con más de treinta años de trayectoria, considera el incremento de los bonos la gota que colma el vaso en Córdoba «es una salvajada, porque supone ofrecer dinero gratis a personas que normalmente están atravesando problemas. Estas cosas no hacen más que incentivar la ludopatía. En Córdoba tenemos institutos que enfrente tienen un cartel que les anuncia 20 euros gratis en la sala de juegos de la esquina, no te imaginas la de chicos jóvenes que van a esos locales. A la asociación no dejan de venir familias con menores enganchados… los salones de juego están machacando a nuestra juventud».

«Vivimos rodeados de incentivos para el juego», dice la psicóloga Consuelo Tomás, del Instituto Valenciano de Ludopatía, el primero que se creó en nuestro país. «Tengamos en cuenta que no solo se ofrecen estos bonos en los salones de juego, sino que en muchas ocasiones se presentan navegando por internet en cualquier página no relacionada. Pero este es solo una parte del problema, ¿tú sabes cuánto cuesta comer en un bingo? A menudo menos de 10 euros, es una invitación en toda regla a que no salgas de allí para nada».

Tomás, con una dilatada trayectoria en la atención de ludópatas, está escandalizada con la situación: «Nunca habíamos tenido tanto juego en la sociedad y nunca se había controlado tan poco el acceso de los menores. A este colectivo, que es más vulnerable, se le hace creer que va a ganar mucho dinero gracias a una inversión mucho menor, lo que es siempre mentira. Pero es que además los apostadores deportivos se autoincentivan cuando aciertan un resultado porque creen que ha sido gracias a sus conocimientos, creen que saben más de fútbol que el resto», continúa la psicóloga.

«¿Sabes por qué las apuestas deportivas son las que más crecen? Por las apuestas del tipo quién va a hacer el primer gol o quién va a sacar el primer córner. El juego es más adictivo en la medida en que pase menos tiempo entre la apuesta y el resultado. Estas apuestas son en tiempo real, como las tragaperras, pero, a diferencia de ellas, aquí nos pensamos que los conocimientos y la estadística nos favorecen. Después se entra en un círculo vicioso que veo en casi todos mis pacientes: si ganas quieres ganar más y si pierdes, recuperarte. Todo esto es mentira. La verdad es que cuando apuestas, ganes o pierdas, siempre pierdes», concluye Tomás.

 

 

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