Hoy fuman más personas que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad, y el tabaco mata más que la suma de casos de muertes por drogas, VIH/SIDA, accidentes de tránsito, crímenes y suicidios, siendo los jóvenes los más vulnerables. Representa un problema internacional con devastadoras consecuencias sanitarias, sociales, económicas y ambientales que hoy es responsable de costos que exceden las recaudaciones fiscales por impuestos al tabaco.
Las proyecciones actuales muestran que para la población mundial actual de 7.550 millones de personas, que llegará en el 2030 a 8.500 millones, el número de fumadores es de 1.300 millones, y cada día comienzan a fumar 100.000 jóvenes menores de 18 años. De estos jóvenes fumadores, 25% fumó su primer cigarrillo antes de los 10 años, y es sabido que cuanto más joven se comienza, se está más expuesto a los riesgos del cáncer y a enfermedades del corazón.
El fumar es responsable del 90% de los cánceres de pulmón, el 75 % de las bronquitis crónicas y el enfisema, y del 25% de las insuficiencias coronarias. En la década de 1950 hubo intentos poco exitosos en los círculos académicos por alcanzar consenso sobre la asociación del cigarrillo con el cáncer, y por transformar el tabaquismo en una cuestión de Salud Pública, a ser encarada mediante campañas masivas específicas, especialmente a partir de informes producidos en los Estados Unidos y Gran Bretaña, mientras que su repercusión en nuestro país tanto en los medios científicos como en la sociedad, fue insignificante. Las campañas sirven para tomar conciencia sobre el papel fundamental que cumplen los pulmones para la salud y el bienestar de todas las personas, y las consecuencias negativas que tiene el tabaco, que van desde las enfermedades respiratorias crónicas hasta el cáncer.
En el humo del tabaco se destacan tres responsables: la nicotina, que produce adicción; el monóxido de carbono con las enfermedades cardiovasculares; y el alquitrán, con los cánceres asociados. Sus efectos sobre las vías respiratorias producen dos graves enfermedades: la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica – EPOC, y el Síndrome de Apnea obstructiva durante el sueño.
Las enfermedades del aparato circulatorio constituyen la primera causa de muerte en la sociedad occidental. Los dos componentes más importantes son las enfermedades cerebro-vascularesy la enfermedad coronaria.
Dejar de fumar, a cualquier edad, reduce a la mitad el riesgo de muerte por enfermedad coronaria. Durante el embarazo, el tabaco multiplica su potencial dañino generando riesgos para la madre fumadora, y en el bebé el peligro de nacer con bajo peso, insuficiencia respiratoria, o padecer leucemia infantil o muerte súbita.
En los últimos años se ha avanzado significativamente en materia de control de tabaco. Más de 181 países ratificaron el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco (CMCT), primer tratado internacional de salud pública. Este convenio implica la puesta en marcha de una estrategia mundial en la lucha contra la epidemia del tabaquismo. Sin embargo, la Argentina es el único país de América del Sur y uno de los pocos del mundo que firmó el CMCT y no lo ha ratificado.
Este 31 de mayo -como todos los años- se celebra el Día Mundial Sin Tabaco, lo que representa un tiempo oportuno para insistir en la necesidad de concientizar y prevenir esta adicción desde los niños y jóvenes hasta los adultos mayores. Los médicos insistimos en lograr una “contra-publicidad” del tabaco a partir de los niños, orientada a sus docentes y en especial a los padres, que pueden ayudar mucho siempre que hayan asimilado el mensaje correcto y estén capacitados para no provocar reacciones contraproducentes en sus hijos. La mejor forma de enfrentar esto es construir una fuerte alianza que involucre a Gobiernos, OMS, UNICEF, científicos, educadores, sanitaristas, sociólogos y comunicadores sociales.
Estamos en una encrucijada, pero con el futuro en nuestras manos.