“El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del SIDA y otras enfermedades, que se transmite más entre personas homosexuales, especialmente jóvenes, obliga a usar preservativos durante las relaciones sexuales de pareja, más aún cuando existen otros microorganismos oportunistas que pueden multiplicar el daño provocado por la infección primaria” dice la doctora, médica y cirujana, Carmen González Enguita, jefa del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid
Pero no solo afecta a este grupo de población con el 50% del total de casos, sino que también se contagia entre las parejas heterosexuales con otro 30% de casos, drogodependientes que comparten jeringuillas, fetos y bebés lactantes por transmisión madre-hijo y personal sanitario que sufre pequeños accidentes (pinchazos, cortes, etc.), un 0,3% de casos, al entrar en contacto con los fluidos de las personas infectadas.
A cierre del año 2019, según ONUSIDA, entre 31,6 y 44,5 millones de personas de todo el mundo convivían con el VIH y 970.000 podrían haber muerto por esta causa. El número total de contagiados desde el inicio de la pandemia se estableció en la barrera de los 100 millones de afectados, de los que de 7,1 millones desconocía que padecía el virus de la inmunodeficiencia humana.
Alrededor de 5.500 mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años contraen el VIH cada semana. En el África subsahariana cinco de cada seis nuevas infecciones en adolescentes de entre 15 y 19 años son niñas. Las mujeres y las niñas significaron el 48% del total de nuevas infecciones por el VIH en 2019.
En España, entre 120.000 personas y 180.000 viven a diario con el virus VIH y entre 1.900 y 3.600 se infectaron durante 2019 (por las 7.900 del año 1990), donde las mujeres representan una horquilla que va desde los 500 a los 1.000 casos. Las muertes podrían haber llegado hasta las 1.200 personas entre adultos y niños.
¿Qué es la infección por VIH, que no es el SIDA?
El retrovirus VIH, virus de la inmunodeficiencia humana (HIV, por sus siglas en inglés), se transmite entre personas cuando la sangre u otros fluidos corporales infectados, como el semen, secreciones vaginales, anales o la mismísima leche materna, entran en contacto con los fluidos del organismo de otra persona no infectada.
La conexión entre fluidos y membranas mucosas (pene, vagina, recto, boca) con los tejidos lesionados (heridas, llagas, encías sangrantes, etc.) puede ocasionar el contagio vírico, algo que no ocurrirá con la saliva, las lágrimas, el sudor o las gotículas respiratorias que generamos al hablar, estornudar o toser, a diferencia del coronavirus.
Otra vía de transmisión se genera durante el consumo de drogas por vía intravenosa, como la heroína.
“Si una persona infectada de VIH utiliza una jeringuilla, con su aguja correspondiente, el microorganismo permanecerá vivo hasta 42 días con sus noches en las superficies del material hipodérmico, por lo que su reutilización la convierte en un vector punzante de la trasmisión. El virus va directamente al torrente sanguíneo”, explica la uróloga.
También se genera contagio en dos situaciones especiales, aunque afortunadamente se produzca de manera muy minoritaria.
- “De una mujer embarazada al feto, en fase prenatal, las más de las veces durante el tercer trimestre de la gestación, o en la fase perinatal, durante el parto o la lactancia materna”.
- “Entre l@s profesionales sanitari@s, a través de agujas o material quirúrgico infectado si han estado en contacto con sangre de un sujeto que está afectado con el virus VIH”.
“El sistema inmunitario nos defiende de forma exitosa ante todo tipo de microorganismos (virus, bacterias, hongos, protozoos, etc.), capaces de invadir nuestro organismo son suma facilidad; pero en ocasiones fracasa, ya sea por la constitución biológica del individuo infectado, su situación inmunológica deprimida -por ejemplo, debido a una enfermedad y su tratamiento- o por la propia potencia destructiva del agente infeccioso, como el SARS-CoV-2“, señala.
Tan solo las vacunas o los medicamentos antivirales son capaces de reducir o eliminar la severidad de las enfermedades de origen viral, como el sarampión, la viruela, la bronquiolitis por el virus sincitial, el SARS-CoV-2 o el SIDA.
El VIH es el precursor del síndrome de inmunodeficiencia adquirido o SIDA, un síndrome complejo que se desarrolla o no después de la infección vírica. “No son sinónimos, puesto que el virus puede permanecer inactivo al fracasar ante el sistema inmune del individuo infectado”, aclara la doctora González Enguita.
El sida es la vanguardia destructiva del VIH que arrasa las defensas naturales del ser humano. En esta etapa aparecen enfermedades oportunistas y neoplasias que ponen en jaque la vida del paciente.
“Fue una enfermedad devastadora a finales del siglo XX, por el gran número de casos y de muertes, hasta que se logró realizar un diagnóstico adecuado y un tratamiento específico. La disminución progresiva del consumo de heroína también ha provocado una reducción drástica de esta forma de transmisión”, rememora.
En la actualidad, se reconocen dos tipos de virus VIH: uno de procedencia africana, el VIH2, cuyo origen se relaciona con los chimpancés, diagnosticado con más frecuencia entre las mujeres del África Subsahariana; y el VIH1, el mas expandido a nivel mundial.
¿Cómo se diagnostica y se trata el virus VIH?
Ante la sospecha de un contacto de riesgo se debe realizar un estudio analítico de sangre específico para la detección del virus, la denominada carga viral -número de copias del virus- o de los anticuerpos (AC) creados frente al virus de la inmunodeficiencia humana. Para la determinación de la AC deben de pasar al menos dos semanas desde el momento del posible contagio.
“Ante la sospecha de un posible contagio se recomienda la profilaxis antes de las primeras 72 horas a la exposición infecciosa, con una triple terapia, durante cuatro semanas”, aconseja.
“Después de muchos años de investigación y aplicación de tratamientos hoy sabemos que la infección por VIH debe ser tratada en todos los adultos, independientemente de cual sea su situación clínica o vírica, o del recuento de linfocitos mediante una terapia antiretroviral triple, la denominada TARGA (Terapia Antiretroviral de Gran Actividad)”, destaca la doctora González Enguita.
Las personas que toman estos medicamentos para tratar el VIH de la manera correcta, todos los días, pueden estar en esta fase farmacológica durante varias décadas -sin que desaparezca el virus- y no desarrollar sida, enfermedad de transmisión sexual (ETS).
“Estas personas podrían transmitir el VIH, pero la carga viral disminuida -nivel de virus bajo en sangre- hace que la posibilidades de contagio disminuyan sustancialmente. Además, su esperanza de vida es cada vez mayor”, afirma.