¿Adicto sin saber a qué?… Las adicciones sin sustancias

 

El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales V, publicado en el 2013 incluye un curioso apartado dentro de las adicciones “Trastornos no relacionados a sustancias”. Si bien sólo abarca al “Trastorno por juego de apuestas” éste es un inicio para empezar a ver la línea que diferencia las actividades de la vida cotidiana con las realizadas desde una adicción (Cía, 2013).

Según el psicólogo Enrique Echeburúa  las adicciones no necesariamente  tienen relación con drogas químicas, se puede generar una adicción  psicológica, donde el objeto son comportamientos de la vida cotidiana. El juego patológico, el sexo, la comida, el ejercicio físico, las compras compulsivas, el trabajo, etc. entran en esta definición. Dependiendo de la intensidad, la frecuencia y sobre todo el fin con las que se realicen podrán ser consideradas o no como una dependencia.

Las adicciones sin sustancias, se pueden identificar cuando la persona convierte la conducta en un hábito, mediante el cual trata de liberar tensión emocional a costa de cualquier malestar que le suponga.

Así es común escuchar a gente maltratada que no puede separarse de su maltratador, a parejas que después de años de seguir juntas y hacerse daño no se creen capaces de vivir el uno sin el otro, a quienes pierden todos sus ahorros en una apuesta, algunas personas se alejan totalmente de sus amigos y eventos sociales con tal de poder mantener la dieta establecida o se endeudan al comprar toda la colección de primavera 2016

Para distinguir una conducta cotidiana de una relación dependiente, se debe tener en cuenta un aspecto básico que además es común en la adicción con sustancia, la abstinencia. Entendida como el proceso que causa malestar, insomnio, irritabilidad al no poder realizar la conducta adictiva.

Echeburúa describe a la relación de dependencia como un proceso cíclico, mediante el cual la persona siente un impulso incontrolable para realizar una determinada acción, una tensión desmedida hasta que la conducta se realiza, un alivio momentáneo después de llevada a cabo y nuevamente el impulso incontrolable. De este ciclo  la persona no es consciente, abarca todas las áreas de su vida hasta sentir que su única una relación autentica y estable es la de dependencia (el jugar, el tener sexo, el comer o no comer, el comprar, la pareja, etc.).


Acerca de las adicciones sin sustancias

 

Reconocer este tipo de dependencia es aún más difícil que en el caso de la adicción con sustancias químicas, ya que existe un límite poco claro entre lo considerado “normal” y “patológico”. Es importante tener claro que en ambos el aspecto fundamental de la adicción no es la conducta ni la sustancia, si no el tipo de relación que la persona establece con la misma. En ambas circunstancias se pierde el control cognitivo, la capacidad de autocrítica y se busca una gratificación inmediata sin evaluar las consecuencias de la misma (Cía, 2013).

 

Para identificar cuándo el hábito pasa a ser una adicción Echeburúa recomienda identificar qué es lo que está motivando la conducta, muchas veces la mente puede poner escusas que distraigan o enmascaren la verdadera razón, es necesario ser sincero con uno mismo para prevenir la relación de dependencia. Saber diferenciar el hambre de la necesidad de comer después o antes de una situación difícil, al comprar ser capaz de parar sin que esto cause un malestar incontrolable, poder jugar y retirarse cuando lo considere y ser conscientes de que sin la pareja la vida continua.

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