Nestor Szerman, presidente de la Sociedad Española de Patología Dual
-El confinamiento está siendo el caldo de cultivo perfecto para un repunte de adicciones como el alcoholismo o el juego. ¿Tienen constancia de ello?
-La adicción, sea a sustancias o al juego por ejemplo, es un trastorno mental. Las adicciones cursan con otros síntomas de trastornos mentales, lo que se conoce como patología dual. Estas personas con patología dual sufren doblemente el confinamiento impuesto por el Covid-19. La posibilidad de conseguir sustancias ilegales es más difícil y también quizás de consumir las legales en un contexto de mayor control familiar. Esta situación puede provocar no sólo abstinencia, cuya existencia no es obligada en una adicción, sino también un agravamiento de los otros trastornos mentales, psicosis, depresión, impulsividad, agresividad y hostilidad. Lo hemos visto, por ejemplo, en personas con este trastorno que han dejado el tabaco (por las noticias que lo relacionan con sufrir un Covid-19 más grave), sin un tratamiento adecuado, y han comenzado con irritabilidad, depresión, déficit cognitivo, mayor hostilidad… No disponemos de datos epidemiológicos actuales sobre esta situación, pero la SEPD pondrá en marcha una encuesta entre profesionales de todo el país para poder tener cifras fiables.
-¿Cómo se pueden evitar estas conductas para no recaer?
-Los trastornos mentales, y la adicción lo es, son alteraciones que cursan a lo largo del ciclo vital de forma recurrente y en su prevención es importante mantener un tratamiento desde la perspectiva biológica, psicológica y social, en ese orden. Para ello es necesario un sistema sanitario que integre la salud mental, las adicciones y los otros trastornos mentales con personal entrenado al respecto. Las personas con patología dual y su entorno personal deben ser ellos conscientes de sufrir una adicción y otro trastorno mental, por lo que deben advertir de esta situación. Es probable ser objeto de discriminación por culpa de su condición. La adicción y los otros trastornos mentales no se eligen, como no se elige tener una cardiopatía. Por tanto, se debe reclamar la continuidad de sus tratamientos habituales para la patología dual.
-¿Cuál es el perfil de una persona de mayor riesgo?
-Las personas vulnerables son aquellas que tienen ellas mismas o en su entorno familiar una mayor existencia de trastornos mentales, más o menos definidos. Alguien que haya presentado problemas de juego, de abuso de estimulantes o cannabis junto a mayor impulsividad, problemas cognitivos… presenta un serio riesgo de recaídas en situaciones restrictivas como esta en la que nos encontramos. En personas con depresión, ansiedad, recurrencia de pensamientos repetitivos y/o negativos existe más riesgo de recaídas en alcohol y opiáceos, por ejemplo. También está siendo el caldo de cultivo perfecto para el empeoramiento de determinadas enfermedades mentales.
-¿Cuáles son más sensibles a ello?
-Las situaciones estresantes y el tiempo de pandemia lo es, puede actuar siempre como un desencadenante de trastornos mentales latentes, como ansiedad, depresión, psicosis o conductas impulsivas, con mayor riesgo de suicidio.
-¿Qué papel deben jugar las personas que conviven con los afectados? ¿Cómo les pueden ayudar?
-Con comprensión y oferta de ayuda. Es siempre un drama tener enfermo a alguien de la familia y los trastornos mentales, incluyendo las adicciones, lo pone de manifiesto. Se debe evitar culpabilizar y abandonar a estas personas. Hay que ponerse en contacto con los servicios asistenciales y sanitarios de salud mental y adicciones y pedir siempre ayuda.
-¿Han puesto en marcha alguna medida para tratar de paliar esto?
-La SEPD ha difundido desde los primeros días de la pandemia una declaración dirigida a los profesionales que tratan pacientes con patología dual, con 15 puntos que pone de manifiesto los problemas comunes que pueden presentarse y deben ser considerados por los expertos. También ha organizado, junto a la Asociación Mundial de Patología Dual, un seminario web sobre esta patología y Covid-19 con la participación de organizaciones internacionales como Naciones Unidas o la Panamericana de Salud, el Observatorio Europeo sobre drogas o el NIDA de EE UU.