Bola negra al córner

 

Me acuerdo -como muchos- de las tragaperras al alcance. Me acuerdo de cuando el Pacman era el Comecocos. Me acuerdo, básicamente, de rayos C brillando cerca de la puerta de Tannhäuser. Otro mundo, pretodo. El choque tectónico temporal se produjo en el primer viaje a Irlanda. Bookies, bookmakers, se leía en el trayecto de autobús desde el aeropuerto. Y la adolescente del Comecocos y de las partidas comunales de cinco duros se encontró pensando, desatada de sublimación: «Ah, qué gente más culta». Con el tiempo descubriría que aquello no tenía nada que ver con libros. Y que, cuando alcanzaban a ser más que una ventanilla, eran salones descolocados, más grandes por dentro que por fuera, extraños, bastante silenciosos, sin tiempo.

Tras toda una vida, cuando los mostradores y casas de apuestas han llegado, han arrasado. En progresión geométrica, nutridas por el crecimiento exponencial que suponen las plataformas online, sólo en el último registro de la Dirección General de Ordenación del Juego (segundo trimestre de 2018), las apuestas ya superaban la mitad de la cantidad total de dinero dedicado al juego -descontados bonos y premios del montante-: 87.60 millones de euros, un 52,4% del total.

«Lo normal sería que, después de una fase de crecimiento enorme, el fenómeno tendiera a reducirse», indican fuentes relacionadas con el sector. Es cierto que firmas como Sportium operan en España desde 2007, pero la espita legal la abrió el ex ministro Montoro con la Ley del Juego de 2012. Una serie de medidas que, bajo el paraguas de actualizar la legislación respecto a las opciones online, abrió la puerta a las apuestas deportivas y, sobre todo, a la mayor participación en el negocio de los clubes de fútbol. Hoy día, excepto la Real Sociedad, todos los clubes de Primera División tienen algún tipo de acuerdo con las firmas de apuestas: la última temporada, los clubes consiguieron a través de esta vía ingresos superiores a 600 millones de euros. La tarta es mucha tarta. Las apuestas conforman ya la primera actividad de comercio on line en España por número de transacciones, según los últimos datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

La principal diferencia de casas como Codere, Sportium o Luckia con las apuestas tradicionales es que no forman parte del entramado de Loterías y Apuestas del Estado o de organizaciones de acción social, como ONCE. Es decir: sus beneficios no revierten más que en capital privado. «La intervención de Montoro supuso una bajada de cinco puntos en la tributación a las empresas privadas de juego», apunta Emilio Delgado, diputado en Madrid por Podemos y creador de un canal en Telegram dedicado a registrar las irregularidades en el juego (t.me/JuegoPeligroso). El ex ministro de Hacienda también había llegado a incluir una modificación en los anteriores Presupuestos del Estado para que Ceuta y Melilla pasaran a ser territorios neutrales fiscalmente para las empresas del juego on line (previendo las desbandada que podría provocar el Brexit en el entramado gibraltareño). «Es conocida la relación de Montoro con todo este mundo -comenta Delgado-. Codere era uno de los principales clientes de su despacho de abogados».

Por un lado, fiscalidad y espacio legal. Por otro, publicidad: «Más de 45 millones de euros gastados en campañas muy persistentes, que han saltado a veces a canales infantiles, con rostros muy famosos». Ronaldo, Nadal, Piqué… Un tema que se ha colado incluso en el acuerdo de Presupuestos alcanzado esta semana por PSOE y Podemos, que incluyen una futura regulación en la publicidad de apuestas deportivas similar a la del alcohol y el tabaco.

Y, por último, la red: la mayor parte de los contadores se están estableciendo en los antiguos salones de juegos y recreativos. Aprovechan emplazamiento e inercia, en un grupo que ha generado tradicionalmente la mayores tasas de enganche al juego: el de las tragaperras.

«A este respecto -indica Emilio Delgado-, hay un truco, y es que están contabilizando por separado locales de apuestas y salones de juegos. Muchas veces, dando datos que sólo se refieren a salones».

En Madrid, el crecimiento ha sido escandaloso. En Andalucía, una de las últimas en establecer un suelo legal para la práctica de las compañías de apuestas, el fenómeno es reciente y, por tanto, menor. Desde el año pasado, el Reglamento de Apuestas de la comunidad autónoma habilita que la existencia de terminales físicos de apuestas esté limitada a bingos, casinos, salones de juego y tiendas específicas sólo de apuestas: los desgaja por completo de la hostelería. De momento, son cinco las empresas autorizadas en la comunidad autónoma: Sportium, Codere, Luckia, Renta y Orenes. Como es habitual, la fiscalidad autonómica es también más amable: un 10% frente al 25% estatal. Y sólo se autorizan las apuestas de carácter deportivo (excluyendo las hípicas). Es decir: nada de necroporras, de cuándo matarán a Obama o cuándo extinguiremos a los narvales, al estilo de los imbatibles Paddy Power (nadie juega como un leprechaun).

Por supuesto, según la normativa andaluza, el acceso a menores queda restringido y estrictamente controlado: «Y, por supuesto, sea cual sea la normativa, la realidad nos dice que no siempre te piden el DNI al entrar. Los torniquetes, que se han hecho obligatorios ahora mismo, debían haber estado, por ejemplo, desde el principio», comenta Delgado.

La expansión es geométrica, líquida y de contabilidad difusa. En los dos últimos años, se han instalado en Andalucía 3440 terminales de apuestas. A fecha de hoy, y según registro de la administración andaluza, la provincia de Cádiz cuenta con un total de 553 terminales de apuesta (la semana que viene, la cifra puede ser diferente: los terminales se dan de baja, se instalan nuevos, cambian de emplazamiento… ), que se reparten en un total de 79 salones de juego, seis bingos, un casino y dos locales específicos sólo de apuestas (uno, en La Línea, y otro de próxima apertura en Algeciras). Según cálculos realizados desde Codere, en Andalucía pasaremos en un par de años de tener 700 salones de juegos (los principales receptores de córners), a unos 900.

Ganemos Jerez ha llegado a alertar de la proliferación de este método de juego en muchos barrios jerezanos, «en cuyas inmediaciones operan prestamistas que hacen negocio con la desesperación de las personas». La formación pretende presentar una batería de medidas contra las casas de apuestas en el próximo pleno: «Hacer ciudad es cuidar a nuestros vecinos y vecinas. Es advertirles y protegerles de los peligros del juego y de la perversa lógica de las casas de apuestas», explica el concejal Santiago Sánchez.

«Casas de apuestas plaga» da 507.000 resultados de búsqueda en Google. La asociación mental es inevitable: «No queremos arruinar a nadie -comentan, de nuevo, fuentes del sector-. Somos los primeros interesados en que se cumpla la normativa, en que el juego no alcance a menores. Todas las licenciatarias están más que dispuestas a someterse y utilizar el sistema de control que establezca la Junta».

«La inmensa mayoría de los estudios que existen están patrocinados por las propias Asociaciones del Juego -se lamenta Emilio Delgado-. No se ha hecho un estudio de prevalencia en ludopatía, por ejemplo. En Valencia se ha abierto un Centro de Investigación de Adicciones sin Sustancia que creo que puede ser un buen ejemplo».

Aun así, hay datos innegables, y oficiales. Por ejemplo, el de la juventud: según el último análisis sobre trastornos del juego elaborado por el Ministerio de Hacienda (2017), la edad de iniciación de los participantes en las apuestas a través de Internet fue anterior a los 18 años. La franja de 18 a 35 años era, además, la de mayor prevalencia en apuestas, tanto por Internet (deportivas y póker) como vídeojuegos (offline y online).

La prevalencia de contadores parece ser mayor, también, en los barrios de rentas más bajas: «Si miras el proceso, tras el arrasamiento que supuso para el pequeño comercio la llegada de grandes locales, primero; y de la venta online, después; ahora, en los barrios se están instalando fundamentalmente casas de apuestas y de empeño. El paisaje es de estudio», explica Delgado.

«Por eso, entre otras cosas -continúa-, defendemos medidas como limitar el número máximo de casas de apuestas por habitantes, o que no menos de un 1% se dedique a luchar contra la ludopatía. Y que los locales de juegos y apuestas cuenten con ventanas o relojes».

Los locales fuera del tiempo, sin ventanas ni relojes. Fulgurantes. La casa del leprechaun.

Deja un comentario