La cocaína es una de las drogas más consumidas en todo el mundo. Según el Informe Europeo sobre Drogas 2017 del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías, se trata de la droga estimulante ilegal más consumida en Europa, y se estima que la han probado en algún momento de su vida unos 17,5 millones de personas de entre 15 y 64 años (5,2% de la población). De acuerdo con el documento, España es el segundo país europeo que más consume con una prevalencia del 9,1%.

Todos sabemos que tomar drogas tiene efectos negativos para la salud, pero en muchas ocasiones ignoramos qué es lo que pasa en nuestro organismo con cada sustancia. En el caso de la cocaína, su uso continuado puede tener graves consecuencias, que van desde hemorragias nasales hasta daños permanentes en los pulmones, o incluso la muerte. Si quieres saber más, a continuación te contamos qué es lo que hace el consumo de cocaína a tu cuerpo y tu cerebro.

 

Euforia temporal

La cocaína es un fuerte estimulante y uno de sus efectos es que provoca una sensación de intensa euforia temporal. Esto es debido a que la sustancia bloquea la reabsorción normal de las hormonas involucradas en el deseo y el placer en el cerebro.

Estas hormonas, como la serotonina o la dopamina, tienen un papel fundamental en la forma en que experimentamos el deseo, el placer o la recompensa. Como consecuencia de la anormal acumulación de estas moléculas se produce una falsa sensación de euforia.

 

Pupilas dilatadas

Uno de los efectos físicos que se producen cuando se incrementan los niveles de dopamina y serotonina es que las pupilas se dilatan. La cocaína aumenta las dos hormonas, por lo que este efecto se manifiesta en las personas que la han tomado.

 

Energía y estado de alerta

La cocaína puede hacer que las personas se sientan llenas de energía y que vean favorecida su capacidad de concentración y estado de alerta. De acuerdo con algunos estudios, esto se debe a la acumulación de altos niveles de dopamina, que está involucrada con el placer y el movimiento.

 

Irritabilidad, ansiedad y paranoia

Trabajos científicos anteriores han vinculado el consumo de cocaína con la psicosis, que es la pérdida de contacto con la realidad, que produce agitación, ansiedad, paranoia y alucinaciones. No obstante, las investigaciones no han podido esclarecer cuál es el papel que juega la droga en estos síntomas. Los resultados de algunas indican que la sustancia empeora las enfermedades mentales subyacentes.

 

Aumento del ritmo cardíaco

El sistema nervioso simpático es el encargado de regular la respuesta innata de los seres humanos de lucha o huida. El consumo de cocaína lo estimula, de forma que el sistema refuerza los vasos sanguíneos haciendo que se tensen y contraigan. Por este motivo, el corazón tiene que trabajar más para bombear la sangre, lo que hace que aumente el ritmo cardíaco.

Otra consecuencia más grave de la contracción de los vasos sanguíneos es la posibilidad de que se bloquee el flujo de sangre al corazón, una circunstancia que puede incluso provocar un infarto.

 

Pérdida de apetito

La pérdida del apetito es uno de los efectos más frecuentes del consumo de cocaína, por lo que las personas adictas suelen experimentar grandes pérdidas de peso o estar desnutridas. Además, un estudio de 2013 reveló que también podía interferir en la capacidad del cuerpo para almacenar grasa y causar cambios en nuestro metabolismo.

 

Daños en las vías respiratorias

Las personas que inhalan la cocaína pueden presentar distintos problemas en las vías respiratorias. Por un lado, las fosas nasales se pueden secar, produciendo colapsos y hemorragias. Con el tiempo la droga puede provocar pérdida de olfato, problemas al tragar, secreción nasal o ronquera.

Esnifar cocaína de manera continuada puede hacer que se generen agujeros en el tabique, la parte de la nariz que separa las vías respiratorias derecha e izquierda. Estas lesiones no se pueden curar sin un tratamiento conveniente.

Por otra parte, si se fuma puede irritar los pulmones y causar daños permanentes en estos órganos, como asma, neumonía, bronquiolitis o enfisema.