Casi un tercio de los ludópatas comienzan a jugar de menores

 

Las máquinas tragaperras o el bingo ya no son los únicos «juegos» para mayores en los que se puede ganar o perder dinero. Las apuestas deportivas y el póker on-line se han puesto de moda en los últimos años, y parece que han llegado para quedarse. Cada vez hay más anuncios en la televisión en los que vemos a una cara famosa pasándoselo en grande y, aparentemente, ganando mucho dinero. Sin embargo, este tipo de juegos pueden derivar en una grave patología, según la Organización Mundial de la Salud: la ludopatía es la única adicción sin sustancia así catalogada.

La adicción al juego afecta a un 1 % de la población española, lo que se traduce en alrededor de 460.000 personas en nuestro país. Además, el perfil de estas personas ha cambiado en los últimos años y ahora la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fejar) advierte de que cada vez más jóvenes acuden a ellos para tratar este problema.

«Desde la legalización del juego on-line en 2013, se aprecia un aumento del número de jóvenes que empiezan a jugar a edades más tempranas, incluso ilegales», apunta Juan Lamas, director técnico de Fejar.

La publicidad a la que se ven expuestos los menores tiene mucho que ver. Los anuncios son engañosos, ya que para llamar la atención del público aseguran que se juega gratis, pero no es verdad. «Regalan» una pequeña cantidad para jugar la primera partida o hacer la primera apuesta y mostrar lo «fácil» que es ganar, pero al final el jugador acaba poniendo su propio dinero para poder seguir.

El mayor problema es que los anuncios van dirigidos a todo el mundo, no sólo a los mayores de edad, por lo que es inevitable que los menores se sientan también atraídos.

Es evidente que la estrategia publicitaria funciona: en 2017 se emitieron casi tres millones de anuncios sobre juegos de azar online y en los tres primeros meses de 2018 se invirtieron casi 50 millones de euros en esta publicidad. Como resultado, el juego en la red ingresó en España 560 millones de euros en 2017.

A pesar de que jugar es ilegal para los menores, las facilidades que encuentran a día de hoy para acceder a él son tantas que no hay nada que les disuada. Lo ven como una forma fácil, rápida y divertida de ganar algo de dinero, sin ser conscientes de los riesgos que conlleva. Sin embargo, los datos de los últimos años muestran que el 30 % de los ludópatas empiezan a jugar siendo todavía menores de edad.

Lo que detectan asociaciones como Fejar es que existe un problema de base, no todo es culpa de la publicidad. Los adolescentes no cuentan con una educación previa que les advierta de que pueden caer en la adicción. Hay jóvenes que se enganchan porque llegan a pensar que pueden vivir de las apuestas. No ven el riesgo de perder y pueden llegar incluso a abandonar los estudios.

La regulación de las apuestas deportivas presenciales depende de las Autonomías y estas recaudan gran cantidad dinero con los impuestos sobre estas actvidades. Según la Dirección General de Ordenación del Juego, el negocio mueve 40 millones de euros al año.

Aunque sean las administraciones quienes regulan, a menudo en los locales de juego no hay ningún control que impida la entrada a menores. A lo que se suma que estos negocios proliferan a lo largo y ancho de todo el territorio español y están cada vez más normalizados. Las máquinas tragaperras lanzan estímulos visuales y sonoros que dicen que vas a ganar y las apuestas deportivas están tan de moda como cualquier otro juego web.

¿Qué pueden hacer los padres? El primer síntoma de adicción que muestra un menor es la falta de dinero, empieza a gastarse la paga demasiado rápido. A eso le sigue un cambio de actitud ya que no tener dinero para seguir apostando le hace estar de mal humor y aislarse, advierte Proyecto Hombre, asociación que ayuda en la prevención y tratamiento de adicciones.

Ante esta situación, los padres deben atajar el problema, hablar con el menor desde la comprensión y acudir inmediatamente a un especialista.

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